lunes, 16 de mayo de 2011

Naranja Scioli

Cuantos colores, ¿no? Cuantos colores en el abanico caleidoscópico humano, y cuantos que escapan a nuestra visión seguramente. Tantos son los visibles que se nos complica inclusive nomenclar, ante lo cual empezamos a hacer bises: azul marino, azul francia, amarillo patito, rojo pasión, verde militar, celeste cid, blanco teta, negro culeao. Infinidad. Pero nada como tener un colorcito que lo represente a uno, que sea del lugar de procedencia. Algo bien bonaerense. Lo pedís lo tenés, he aquí tu color: naranja Scioli.
¿O me vas a decir que acaso no te habías dado cuenta? La provincia entera se pinta de naranja y vos ahí papando moscas. Es la sutileza, claro está. La sutileza de la iconografía y la paleta de colores puesta al servicio del diseño gráfico, el cual a su vez se pone al servicio, en esta ocasión, de un gobierno. Aunque se entremezclan y se difuminan los límites. Porque el naranja parece estar representando al Scioli gobernador y al Scioli candidato simultáneamente. Desde luego, no se lo puede acusar de hacer campaña política solo por llevar como insignia de su gobierno el color naranja. Pero bueno, es la sutileza, vio.
Lo tuve en mis manos, un disco, un cd de un grupo folklórico platense. Tapa naranja. “No, no puede ser”, me intenté autoconvencer. Y al hurgar los datos de producción en la contratapa di en el clavo y confirmé mi sospecha: el disco lo financió el Instituto Cultural de la provincia, dependiente del gobierno provincial. Desde eso, ínfimo, hasta las tribunas del Estadio Único….¡¡¡todo!!! Todo naranja. Se revuelcan seguramente Stanley Kubrick y Rinus Michels por lo preciado del naranja en sus respectivas naranjas mecánicas. Naranja acá nos sobra, pero de mecánica… poco y nada.
En Capital Federal se vive situación similar con el “amarillo Macri”, aunque no soy quien para ahondar en ello porque no habito esos lares. Lo sustancial es admirar (sí, sí, admirar) como nos enchufan a presión un color en la cabeza, el cual nos empieza a remitir a algo o alguien inmediatamente. Si hasta al volcárseme Fanta en la remera me parece ver instantáneamente que se imprime en la tela la leyenda “Buenos Aires, la provincia”. ¡Me están taladrando la cabeza!
Se hace extensivo este repudio a todas las fuerzas políticas que empiezan a blandir sus espadas en la guerra gráfica pre-electoral. Se relamen los diseñadores viendo como, con la impunidad oficial, son capaces de inundar de color y tipografía los espacios públicos. Ya me duelen los ojos y faltan seis meses. El color, a veces…, puede que tenga mal olor.

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