jueves, 28 de junio de 2012

Des-indigno terapia, 12da entrega

"She loves you"
The Beatles

Iban a aparecer, todos lo sabíamos, era una fija. The Beatles al fin en la Des-indigno terapia. Vienen, en este caso, de la mano de una anécdota contada por uno de los ingenieros de sonido responsable de gran parte de sus discos, Geoff Emerick, contada en su libro "El sonido de Los Beatles", material altamente recomendable para aficionados a la técnica como a la música en general, y beatlesmaníacos, obvio. 
        Según cuenta Geoff, el día de la grabación de esta canción, allá por 1963, ante la ya insipiente popularidad del cuarteto, la puerta del estudio Abbey Road rebosaba de fans lo cual dificultaba el ingreso y egreso de gente al edificio. Estaban virtualmente encerrados. Pero, no satisfechas con "rodearles la manzana" a sus ídolos, las fans lograron irrumpir en las instalaciones lo que generó corridas de guardias y técnicos intentando interceptar a las fugitivas y evitar así que lleguen a los músicos. Luego del exabrupto y recuperada la calma, los Beatles se dispusieron a grabar el single de esa sesión en un inevitable estado de éxtasis y exaltación. El resultado es esta joya que, como bien dice Emerick, tiene una carga de energía que va más allá de lo musical y que él atribuye a los sucesos de ese día en el estudio. Pequeños hitos de la historia que hacen a la grandeza de, en este caso, una pieza musical.
      Señoras, señores, con ustedes The Beatles con "She loves you". ¿Qué más pueden pedir? Con una Des-indigno terapia como esta... you know you should be glad.
       

jueves, 21 de junio de 2012

Mi epitafio en la era del progreso exponencial

¿Quién no escuchó alguna vez refunfuñar a un mayor respecto a lo que en el pasado se esperaba del futuro y lo que en realidad ese futuro fue? O sea, menospreciando sin más nuestro presente. El número 2000 sonaba a futuro lejano hasta inclusive en el mismísimo año 1999. Semejante cambio nominal tendría que arrastrar algún cambio material, algo tendría que pasar, los autos de golpe empezarían a volar. Porque sí, lo primero que se nos viene a la mente cuando se piensa en el futuro son los autos voladores.
Estamos ya en el 2012 y no solo los autos no vuelan si no que además, en este rincón del planeta, se ven cada vez más carros tirados por lánguidos caballos recorriendo las abarrotadas urbes aportando insumos al ya sideral caos de tránsito. Algo pues, de nuestra concesión de futuro falla. ¿Qué nos imaginamos como futuro hoy? ¿Hacia donde avanzará el progreso humano? ¿En que dirección?
Esto fue, en mi pasado cercano, tema de “charla de café”. Vale la pena reflexionar sobre ello. Quizás fue disparador alguna niña ensimismada en su celular con chat, o en su minicomputadora con celular, o en su mp3 con mp4, o en su “tablet ipad touch con bluetud”. ¡Ma` que se yo! Era una borrega absorbida por un aparatito, una persona compartiendo mesa con otras pero en constante comunicación con alguien o algo distante a ese espacio físico.
“La tecnología no te da tiempo a siquiera adaptarte”, lanzó uno de mis interlocutores. Sabias palabras. Claro, quería significar que para cuando él, por ejemplo, aprendió a usar el telefono celular la gente está mas cerca de llevar computadoras en sus bolsillos, o para cuando él aprendió a mandar mensajes de texto la gente no manda y en su lugar chatea por “Whatsapp”. Qué frustración. 
        Sin dudas, se está reduciendo en este caso el término tecnología a lo que respecta al mundo digital y de telecomunicaciones, y ahí damos claramente en el clavo: es en esa esfera donde se están dando las mutaciones y transgresiones más drásticas de nuestra cotidianidad. No pude, pues, más que darle la razón a este interlocutor. Me choca y me molesta a mí tener que adaptarme constantemente a tecnologías y artefactos nuevos, no quiero imaginar entonces lo difícil que puede resultar para una persona de 60 años, carente de la practicidad tecnológica de las generaciones sucesoras.

lunes, 11 de junio de 2012

Des-indigno terapia, 11ra entrega

"Danzón nº 2"
Arturo Marquez (por Gustavo Dudamel y SBYO)

Se nos torna académica la Des-indigno terapia del día de la fecha, aunque son estos sin dudas los quiebres más populares que dentro de lo académico se pueda esperar. Este danzón del mexicano Arturo Marquez busca ensalsar ritmos populares en una pieza orquestal. El resultado es sin dudas brillante: una pieza que respira, que huele a danza y, a su vez, tiene el caracter y la omnipotencia orquestales. La fusión, así, es posible, queda pues demostrado.
       Aquí les queda sin más preámbulo el Danzón nº 2 a cargo del director venezolano Gustavo Dudamel y su "Simon Bolivar Youth Orchestra".
       

domingo, 3 de junio de 2012

La chica de los “sin”

La chica de los “sin” no es simpática, claro que no. Por más juego burdo de palabras y sílabas que parezca, la simpatía no es su fuerte. No es su fuerte para con el común de la gente, porque puede que haya quien logre atravesarla, sin mero sentido literal, y pueda en su alma sin absurda insistencia anidar.
Es antisocial, según ella misma define, lo cual la redime de toda lógica  de relación. Carece de sociabilidad, aquella absurda de quien pregona algo sin aprobación de su propia sensibilidad. Es ese, sin dudas, el único “sin” que no le cabe. Difícil que hiciera, por lo que se puede deducir, algo sin sentir.
La podes ver en la situación más insólita, la podes conocer allí, indómita, en un mutuo fastidio por estar donde no se quiere habitar. Sus primeras palabras para con vos pueden ser casi chocantes, poco diplomáticas, irritantes. Sí, a vos, justo a vos, que tanto te molesta la diplomacia fingida y superficial. A pocas personas en el mundo la tibia agresividad verbal les puede resultar tan atractiva, lo sabes, y justo a vos es a quien viene a hablar. ¿Faltaba algo? Claro, que le hable de música a este melómano rabioso.
La chica de los “sin” no tiene escrúpulos. Sin tapujos te ha de contar cuanta abstinencia es capaz de soportar o cuan lejos la autosatisfacción puede de a ratos llevar. Sin permiso te invitará a invitarla, sin decir te llamará, sin mirar te buscará. Sin pensarlo pretenderás con ella cenar, sin imaginarlo verás todo aquello que la despega del vulgo habitual. Sin demoras te convencerás de que más se aleja del ideal y más próximo de enamorarte estás.
Y lo intentarás, sin vergüenza tus intenciones desnudarás. Sin sus “sin” no cabría ganas ni de acercar. Sin saberlo, lo que prosigue descubrirás, a tiempo, fracasando en los intentos, pero jamás dándote siquiera por muerto.