lunes, 22 de agosto de 2011

El "shakirismo" y la locura que no es

“Uhhh, ¡¡¡qué loco!!!” Je, qué loco, ¿no? ¿Tan loco? ¿Qué cosa? ¿De qué me hablan? Todo es loco, todos somos locos. ¿Qué queda entonces para los que están realmente locos? Andá a saber, pobres. Pareciera que nos adjudicamos descaradamente la locura de cabotaje que intentamos llevar a cabo bajo el rótulo de “la gran locura”. Loco es solo aquel que no puede caer en la cuenta ni siquiera de su estado, ¿estamos? Igual intentaré escribir “algo loco”.
Así es, las cosas “locas” nos invaden, la psicodélia nos absorbe. “Qué locoooo, qué flash chabón!!!” ¿De qué locura me hablan? Pararse cuatro pelos con gel, ponerse tatuajes y piercings hasta en el occipucio, llevar los lienzos bajos, tachas y colgajos,  tener el lunfardo a la orden del día. “Limado flashero, la re flasheaste man, que copado, te re banco, aunque bardeas mal a full” ¿Ehhh? ¿Qué me están queriendo decir?

jueves, 18 de agosto de 2011

Cómo la noche de un viernes deviene en la noche de un domingo

¡Válgame! ¡Qué fin de semana! Demasiados sucesos condensados en dos magros días. Y en la semana me voy a aburrir, lo sé.
Entre la noche de un viernes y la de un domingo hay 48 horas. Vaya novedad. Esto, claro está, si se considera que la noche del viernes ocurre antes que la del domingo, de lo contrario la distancia entre ambas es de 24x5 (saquen su propia cuentita). Pero bueno, lo interesante es lo que pasa de viernes a domingo. ¿Cómo el momento más feliz de la semana se transforma, en tan poco tiempo, en el momento más triste? Viernes, con todo el relajante fin de semana por delante, contra la noche del domingo y su promesa de convertirse en lunes laboral en pocas horas. Es sin dudas un misterio. Son solo 48 horas, o una cuadra, o una esquina.