lunes, 26 de marzo de 2012

Des-indigno terapia, 6ta entrega

"Toca madera"
Vania y Tata Guines - Cuba le canta a Serrat

Nueva edición de Des-indigno Terapia, en esta ocasión fusionando dos mundos musicales que seguramente merecerán más de un post por separado. La calidad compositiva de Joan Manuel Serrat es incomparable, no descubro la pólvora, claro está. Sus letras viajan por universos que van desde lo puramente poético hasta lo cotidiano y terrenal sin siquiera despeinarse un pelo de su blanca cabellera.  Este tema no es de sus más reconocidas obras ni tampoco está a la altura poética de otras joyas de su historial, pero refleja aquí como en ningún otro su gran capacidad de aprehensión del sentir popular aunando todos los clichés de la superstición, y hasta casi mofándose de ellos. La dosis justa de ironía permitirá así identificarse con la canción tanto a aquellos supersticiosos empedernidos, como a los que no lo somos y nos reímos de ello. 
Pero Serrat no se estanca tan solo en la composición literaria. Si algo le faltaba a esa idea para que sea totalmente redonda era un ritmo que acompañe el tono burlón de la letra. Y vaya si lo logró: llevo su letra a ritmo de salsa. Impecable. Pero, aun hay más..., si algo faltaba era esta tremenda interpretación en marco de la producción musical "Cuba le canta a Serrat". Cubanos interpretando una canción de un gallego con ritmo cubano. "¡Me quiero volver chango!". Uno podría presuponer que dicha mescolanza no puede estar destinada a otra cosa que al fracaso. Qué lindo es equivocarse, a veces.
 A mover las cachas pues, y a matar arañas se ha dicho* (chivo interno). Vania y Tata Guines nos traen "Toca madera". Nada tienes que temer, pero nunca están de más ciertas precauciones.

(*) http://www.indignadosclub.com.ar/2012/03/la-muerte-de-la-arana.html

jueves, 15 de marzo de 2012

La muerte de la araña

Plumero en mano, música de limpieza de fondo (centroamericana por excelencia), ventana abierta induciendo el ingreso de una suave brisa matinal. Una típica, aunque no tan frecuente, guerra entre la mugre y mi persona. No mucho más que eso, nada de otro mundo. Fluía el devenir del plumero en sintonía con el “tumbado” de la música cuando de pronto la vi, ahí, acurrucada en ese inhóspito rincón, incólume, imperturbable, distante del mundo, a la espera de atrapar el almuerzo, o mejor dicho, a la espera de que el almuerzo le caiga del cielo y golpeé ilusamente a las puertas de su casa. Es ese, sin más, su oficio. La espera.
Me tomé el tiempo necesario. La miré. Nos miramos. Sí sí, ella me vio. Seguramente me veía a diario transitar por mi hogar, por su hogar,  familiarizada con mí presencia y ya ajena al sueño iluso de envolverme en tela de su vientre, claro, soy un “insecto” de proporciones inabarcables para su escaso volumen. Con la conciencia de esas certezas se cruzaron nuestras miradas. Ella lo supo también: era la primera vez que yo la veía, y era impredecible mi reacción, más aun, con un plumero en la mano. Los tibios movimientos de sus extremidades denotaban temor, se sabía inferior e indefensa. Quizás también pensó en él. Quién sabe donde se ha metido en este momento de angustia, quién sabe qué emociones transitará en su retorno a un hogar devastado.
La pausa entre canción y canción de mi lista de reproducción ayudó al momento de entrecruce. Fueron tres segundos de silencio que se percibieron como miles. Fue un momento de conexión, de comunicación. No tardó tanto, sin embargo, en llegar un repique de timbal que diera inicio a una nueva jocosa canción y me devolviera inobjetablemente al mundo de los humanos insensibles. Elevé, entonces, bruscamente mi brazo derecho llevando el plumero a lo más alto de mis paredes, allí donde chocan con el techo generando ese maravilloso ángulo en tres dimensiones. Destrocé de un solo movimiento la tela y bajé a la araña de su elevado refugio. Cayó al suelo por el que emprendió una frenética e ilusa estampida sin rumbo preciso. Obviamente, no le fue suficiente para escapar a un certero ojotazo que la convirtió en un tenue punto decorativo del cerámico del piso.

lunes, 12 de marzo de 2012

Des-indigno terapia, 5ta entrega

"Cantaloupe Island"
Herbie Hancock

Edición "soft" y "nerdo-musical" la de hoy, inmiscuyéndonos en el sofisticado mundo del jazz fusión. Esta pieza es sin dudas un "hit" del autor en cuestión, quién ha sabido mamar en sus comienzos toda la despilfarres musical de su mentor, Miles Davis, gran responsable del auge de las corrientes de jazz progresivo de los años 70's y 80's. ¿Qué es el jazz fusión? Se podría decir que lo caracteriza, justamente, la falta de características marcadas e inamovibles. En este espacio entra todo aquello que ha tenido como raíz el jazz clásico y ha sabido abrir sus propios caminos exploratorios en diversas y controversiales direcciones. 
      "Cantaloupe Island", sin embargo, pertenece a los albores de la carrera de su creador por lo que dista bastante de lo que hoy se conoce como jazz fusión. Pese a ello, y a sus largos años de vida, el tema resultará conocido para inclusive aquellos que no suelen escuchar este tipo de música (más de un DJ ha agarrado y destrozado impunemente la obra). Hay quienes reprocharán la ausencia de saxo, pieza clave en la versión original, ignorando por completo que la esencia misma de este tipo de músicos es la progresión y reinvención constante. Sin más, pues, aquí les queda el gran Herbie Hancock, acompañado por Pat Metheny en guitarra, nada más y nada menos, y por Dave Holland en contrabajo y Jack DeJohnette en batería.
       

lunes, 5 de marzo de 2012

Des-indigno terapia, 4ta entrega

"Comfortably numb"
Pink Floyd

Adhiriendo a la "Roger Waters manía" que vivimos por estos lares estos días, la cuarta entrega de Des-indigno Terapia acerca hoy una porción del revoque del tan afamado muro, seguro epicentro de las preguntas de los caídos del catre actuales: "¿Qué joraca significa esa bendita pared?". Como buen escucha de Pink Floyd pre-moda 2012, me pareció oportuno reivindicar a las patas de la mesa que las giras de Roger, obviamente, dejan afuera. Este video pertenece al DVD Pulse del año 1994, el cual significó la última producción de la banda como tal. Roger Waters no era de la partida hacía años pero aun sobrevivían, junto con la banda, las "patas" fundadoras Gilmour, Wright y Mason. 
        The Wall es el penúltimo disco de Pink Floyd con Waters como integrante y significó sin dudas el quiebre entre la producción grupal y la individual de Waters, otorgándosele casi todo el mérito al por entonces bajista de la banda. Es cierto que la idea y concepción pertenece casi íntegra al genio creador de nuestro querido Rogelio Aguas, pero todo el disco, como así las mejores obras de Pink Floyd, llevan el exquisito sello de la voz y la guitarra de David Gilmour, por lejos, el mejor interprete musical de los cuatro, seguido a prudente distancia por Richard Wright (rip)
       "Comfortably numb" es uno de los pocos temas del disco coautoría Waters-Gilmour, y se lucen en él como en ningún otro la calidad vocal e instrumental de este último, con uno de los mejores solos de guitarra de la historia. Todo aquel que vea por estos días a Waters en River evocará en sus mentes inevitablemente a Gilmour en cada estribillo de este ineludible himno del rock progresivo. "There is no pain..."