Y sí. River se hartó. Se hartó de la inacción, de la
falta de respeto. Se sabe, o se debería saber…, esa camiseta es digna de muy
pocas personas. No cualquiera puede vestirla y hacerle honores. No cualquiera.
Y sí…, no es una camiseta cualquiera. Es River. Y para estar en River, para ser
parte hay que ser tan grande como River. No se admite el mínimo desliz de
nivel. Ni hablar de un desliz pronunciado…, eso no se concibe. Demasiado
benevolente ha sido con la ofensiva realidad y sus ineptos actores. River
aguantó hasta donde pudo, a contramano de su historia y sus ideales. Basta.
Un día se hartó, y no quiso siquiera rebajarse a pelear
un espacio con un club de segunda. ¿Pelear un espacio? …¡¡¡pero por favor!!!
¿De quién creen que están hablando? River no toleró la deshonra. River no
estuvo, no está, ni estará para pelear nada con nadie. River no pelea porque no
ha tenido jamás rival digno de sí. ¡¿Qué es eso de que “pongan huevo”?! En
River no se pone huevo, en River se juega al futbol con todas las letras. Lo de
los huevo queda para los otros equipos, aquellos obligados a intentar compensar
con ganas y actitud la carencia de calidad. Lo de los huevos puede servir para
Boca, o para los uruguayos quizás. Pero esto es River gente, y acá se juega
bien al futbol o se muere. Y está claro que River eligió morir antes de
traicionarse a sí mismo, fue una clara elección. River no jugó la promoción,
simplemente la dejó pasar. Como un agonizante prefiere morir en lugar de
ponerse de rodillas ante la vida misma. La vida es vida hasta que se empieza a
mendigarla. Vámonos de acá, volveremos cuando seamos dignos.